La Herida del Raga - Capítulo 1: la duodécima prueba

La lluvia cae sobre mi cuerpo. Atraviesa mi piel, araña mis huesos. El frío me invade y siento como las manos y las piernas me tiemblan con espasmos que se tornan cada vez más incontrolables. No puedo moverme, no debo moverme. Ya falta poco. Tengo que concentrarme. Mis ojos están cerrados y mi oído entumecido debido al repiqueteo constante del agua contra todo lo que encuentra a su paso. La mente en blanco. 
Soy un raga, soy un Hijo de la Tierra, soy un Elegido del Leviatán, Padre Mundo, ayúdame. Ya… Falta… Poco… 
Siento la respiración de Leyna, su mano cogida de la mía, cada vez con menos fuerza, la siento desfallecer. Rozo sus dedos con los míos.

­-Vamos, amiga, aguanta… —. Le digo, y mi voz es apenas casi un susurro.

Leyna me mira, y trata de sonreír para tranquilizarme. Es alta, casi tanto como yo. El pelaje cobrizo cubre la totalidad de su atlético cuerpo. Sus ojos son verdes y rasgados y es capaz de ver en la noche más oscura como si el sol resplandeciera con plenitud a su alrededor. Leyna es una gran cazadora y yo soy un buen luchador. Desde que nacimos nos hemos preparado para serlo. Leyna es capaz de rastrear a una presa a través de la Selva del Fuego Eterno con gran facilidad, y pocos raga son capaces de abatir a un Laocor, la gran bestia de siete cabezas, solo con las manos. Ese soy yo, Kair. Hacemos un buen equipo, siempre lo hemos hecho. Nos une una amistad sincera e incondicional. Casi podría decirse que somos hermanos, pero en realidad eso es lo que somos todos los raga.

­-Callaos de una vez. El gran maestro está a punto de llegar. Si fallo la prueba de iniciación por vuestra culpa os comeré vivos —. El rugido de Kurak interrumpe mis cavilaciones y me pone los pelos de punta. Está enfadado, está nervioso. Solo los tres hemos llegado hasta el final, y sin duda tiene razón.

Kurak es de lejos el mayor y más fuerte de nosotros, además del más impetuoso y altivo. Los raga somos una manada, debemos trabajar juntos, pero Kurak siempre hace las cosas sólo y es incapaz de reconocer sus debilidades ante los demás y quizá ni siquiera ante él mismo. Debemos callarnos, casi ha acabado todo, tenemos que concentrarnos… Kurak tampoco puede más. Trata de disimularlo pero está a punto de caer al suelo. Ha sido un largo camino hasta llegar aquí. Solo nosotros tres hemos superado once de las doce pruebas de entre los cien jóvenes raga que las comenzamos. Han sido treinta ciclos de sol terriblemente duros. Y nuestro verdadero viaje aún no ha comenzado.

Cada año los raga que superan Las Doce Pruebas de la Iniciación deben emprender la Gran Peregrinación para encontrar al Leviatán, El Padre de todos los raga. Cientos de jóvenes de distintas manadas raga parten en su busca, pero ninguno vuelve, porque ninguno lo halla. Nuestro mundo ha llegado a su fin y el Dios Leviatán es el único que puede salvarnos de la destrucción que han traído los humanos.

- Seguidme. Es suficiente. Habéis derrotado, al menos por ahora, al que sera uno de vuestros peores adversarios a lo largo del viaje, vuestro cuerpo—. La voz del maestro Karash es imponente, profunda, llena de pasión y determinación. Karash es el anciano de nuestra manada, el más sabio, noble y respetado de los raga—. Ya sólo resta la última prueba. Una decisión de sabiduría. Aquellos de entre vosotros tres que demuestren ser dignos del conocimiento del Leviatán podrán partir en la noble empresa de encontrarle.

Nos duele cada ápice de nuestro ser. Hemos pasado los últimos cinco ciclos de sol sobre un palo de quince cabezas de altura y nueve dientes de ancho. Bajo el frío y la lluvia, sin comer ni beber, sin ni siquiera poder apenas movernos.

Descendemos de los palos y seguimos casi a rastras al maestro al interior de la cueva que es su hogar.

- Sentaos junto al fuego —. Nos dice el anciano raga.

Obedecemos y nos mira a los ojos. En ellos hay honor, orgullo, a la vez que ternura y preocupación. Nos examina larga e intensamente, hasta el punto de que podemos sentir su impresionante presencia dentro de nosotros mismos.

- Sin la mente, sin su astucia y su rapidez para tomar decisiones, vuestro cuerpo no vale nada. No sobreviviréis en las tierras de los humanos. Por eso quiero que respondáis al enigma que voy a proponeros. Será vuestra primera decisión. Ella determinará la disposición de vuestro ánimo hacia el fracaso o el triunfo en esta larga empresa que os aguarda. Sólo aquellos de vosotros que entiendan el sentido de lo que somos y queremos, podrán obtener mi reconocimiento para comenzar el gran viaje. Ahora escuchad y descubrid la verdad —. El maestro Karash hace una larga pausa, para a continuación, girar la cabeza lentamente hacia atrás y alzar los brazos en dirección al cielo. Su voz es dulce y armoniosa, y entona cada sílaba, casi como si se tratara de un poema o una canción —. Cazador felino y presa felina, embarcados en una eterna persecución, incapaz de comprender que se trata sólo de un juego.

Pienso en cada palabra, sus sonidos, su significado, su sentido, su simbolismo. Ha llegado mi turno.

1. La respuesta es el gran cazador raga que debe seguir a su enemigo hasta el final para darle caza y entender que la lucha es necesaria para la supervivencia y que no se trata de un juego.

2. La respuesta es un gato que se persigue la cola. Esto significa que los raga debemos entender cuál es nuestro objetivo, la búsqueda del Leviatán y nunca el enfrentamiento contra nosotros mismos.

3. La respuesta es que la vida es un juego en el que hay combatir sin preocuparse demasiado de las cosas porque al final nuestro destino está escrito. 


Nota: debéis elegir una de las tres opciones. Aquellos que fallen llegarán al final de su historia. Mientras que los demás seguirán adelante y ganarán 5 puntos. Tenéis hasta el martes incluido para responder. Suerte, heraldos.